Para bucear el alma

Para bucear el alma

miércoles, 22 de febrero de 2012

Vivencias

En su frente
Tenía los ojos grandes y alegres, como solo un niño de 4 años puede tener. El pelo oscuro, revuelto; y la cara morena, anunciando su procedencia extranjera. Traía el cuento bajo el brazo, dispuesto a mostrármelo. Sonreí cuando, al verle más de cerca, descubrí su enorme chichón en la frente. Estaba claro, me encontraba delante de un “bichillo” inquieto.
-¡Pero bueno! ¿Qué te ha pasado ahí? – le pregunté señalándole el bulto - ¿Te has caído?
-Papá- dijo.
No entendí. Más bien, no quería entender.
-¿Te has caído con la bici? – pregunté de nuevo torpemente, queriendo encontrar una respuesta lógica a aquel moratón.
Él me miró, y sin perder la sonrisa en su boca, volvió a decir:
-Papá.
Le di un beso y abrimos el cuento, mientras una especie de ahogo se instalaba en mi pecho. Lloré por dentro.



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